Manuel de Diego Martín
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5 de octubre de 2013
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Al principio del curso hay infinidad de reuniones, entre ellas las de los consejos pastorales, tanto el diocesano, como los parroquiales, para poner en marcha los objetivos para el año 13-14. Entre todas estas reuniones preparatorias, podemos decir que una de las más importantes, por la influencia que tendrán en las demás, es la convivencia que tuvimos los curas a mediados del mes de septiembre. Durante dos días, casi un centenar de sacerdotes y diáconos estuvimos reflexionando sobre este tema: ¿Qué pastoral debemos hacer en estos tiempos de crisis?
Lo remarcable de este hecho es que recogíamos el tema que fue objeto de reflexión de la reunión de vicarios pastorales de toda España en mayo, y a la que asistieron los vicarios de nuestra Diócesis. Tuvieron la suerte de traer a dos de los ponentes de aquella gran reunión para que animasen nuestra reunión aquí en Albacete.
El profesor Enrique Lluch, economista, nos hizo entender un poco los entresijos y mecanismos económicos que nos han llevado a esta desgracia en la que tantas gentes han perdido su puesto de trabajo. Pero nos hizo entender, sobre todo, que por debajo de estas causas económicas hay una crisis de humanidad. Hay que formar otro tipo de hombre que pueda superar una economía basada en el puro egoísmo, para hacer emerger otra fundamentada en la búsqueda del bien común. Este es el gran reto que nos formulaba Benedicto XVI en “Caritas in veritate”.
Por su parte el profesor y sacerdote José Luis Segovia nos habló de esta sociedad en la que Dios está eclipsado, y el eclipse de Dios lleva consigo el eclipse del hombre. Hoy los cristianos tenemos que anunciar qué significa de verdad ser hombres, hombres nuevos, hombres a imagen de Cristo, camino verdad y vida. Hoy la sociedad nos pide ser testigos del amor de Dios. Por la vida vamos con las luces cortas, y sólo vemos los desastres en los que estamos metidos. Pongamos las luces largas, para ver lo que Dios quiere de nosotros.
Y lo que Dios quiere es que seamos testigos de su amor, tener la mirada de Jesús, una mirada compasiva y misericordiosa. Tenemos que decir un no a esta situación de egoísmos generalizados y buscar un modelo alternativo, basado en la generosidad, en la lógica del don. Si actuamos así este puede ser un tiempo propicio para la evangelización, como ha pasado en otras épocas. En tiempos de persecuciones, de guerras, de pestes, de hambrunas, muchos al ver el comportamiento solidario y generoso de los cristianos hacia todos, llegaron a la fe. Esta crisis, nos decía el ponente, puede ser un momento privilegiado para llevar adelante la evangelización. Que así sea.