Manuel de Diego Martín
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16 de mayo de 2015
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Mañana lunes, en la Capilla de la Adoración al Santísimo, C/Octavio Cuartero de Albacete, tendrá lugar una Vigilia de Oración, que presidirá el Sr. Obispo y organizada por el Apostolado de la Oración, para pedir que acabe esta endiablada persecución de cristianos que estamos sufriendo en este tiempo por parte de grupos radicales islamistas.
El pedir por los cristianos perseguidos es algo que estamos haciendo cada día, en las misas dominicales, en las Horas Santas de oración ante el Santísimo y que nunca dejaremos de hacer. Pero esta Vigilia en estos días especiales, entre la fiesta de la Asunción y la de Pentecostés, tiene una motivación especial. Nuestros Obispos reunidos hace unos días en Madrid en la Plenaria, tomaron este acuerdo de que ante la gravedad del momento, intentásemos orar de una manera intensa y constante en estos días por los cristianos perseguidos. Se pedía que se hiciera en todas las Diócesis. Este es el sentido de esta solemne Vigilia en este día entre nosotros.
El miércoles pasado, en el programa de Javi Nieves de la `Mañana de Cope´, escuché la entrevista que le hicieron al P. Douglas, un sacerdote iraquí, que como otros dos millones de cristianos han tenido que dejar sus pueblos y ahora se encuentran como refugiados en la ciudad de Ervil. Sentí escalofrío en el alma al relatar las atrocidades que ha tenido que sufrir hasta llegar al destierro. Este sacerdote no quiere huir de Irak, dice que perdona a sus enemigos todas las salvajadas que han tenido que sufrir y espera que un día puedan volver a vivir como cristianos en los pueblos que los vieron nacer. Se ha sentido humillado, torturado, lleno de cadenas. Pero decía que los Rosarios más fervorosos que ha rezado son aquellos en que lo ha hecho encadenado, aunque no pudiera pasar las cuentas por no tener las manos libres.
Ser perseguidos lo llevamos en el ADN de nuestro cristianismo. Estos días de Pascua leemos lecturas en que Jesús nos anuncia que seremos perseguidos, e incluso llegará el día, nos dice Jesús, en que los que matan, lo harán creyendo que dan culto a Dios. Esto ocurre con el Yhijadismo. Pero estos no conocen al Padre ni me conocen a mí, dice Jesús. Estos, podemos añadir nosotros, lo que hacen es obra del demonio, pues no siembran más que el odio y la muerte. Estamos leyendo estos día también en los Hechos de los Apóstoles, el martirio de Esteban, la cárcel a Pedro, las palizas a Pablo, hasta que llegue el día un día de su martirio.
Aunque las persecuciones sean el pan de cada día, lo que está ocurriendo ahora en el mundo islámico, rompe esquemas, es tan grave que tenemos que rezar y rezar al Padre para que mueva el corazón de estos pobres perseguidores. Y tendremos que hacer también lo posible para que con nuestras ayudas económicas estos cristianos puedan sobrevivir y si es posible vivir en sus propias tierras. Esto es un acto de justicia y de amor.