Manuel de Diego Martín

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23 de mayo de 2009

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El día 12 de mayo se celebró en Albacete el día en que el Obispo Tabera instituyó Caritas diocesana dándole toda su personalidad jurídica como institución eclesial. Naturalmente antes la caridad existía en las parroquias, las gentes movidas desde su fe y compromiso cristiano ayudaban a los pobres, pero al nacer la Diócesis de Albacete, con ella nació Caritas Diocesana.

Tuve la suerte de asistir a la Eucaristía que se celebró en la parroquia de la Resurrección para recordar este evento fundacional. Si es un poco pretencioso decir que allá estaba lo mejor de cada casa, sí puedo afirmar que allí estuvieron representantes de muchas Caritas parroquiales, que son los que en diferentes pueblos de nuestra geografía están haciendo todo el bien posible a nuestras gentes necesitadas. Cuando recordamos aquello de que Jesús pasó haciendo el bien, podemos decir que allá estuvo la personificación y presencia de nuestro Señor Jesús a través de todos esos buenos voluntarios cuyo compromiso único es hacer el bien a todo el que puedan, empezando por los más pobres.

Concelebramos una treintena de sacerdotes con el Sr. Obispo. La Misa estuvo animada por un Orfeón de la Ciudad, pero no estaban allá para lucirse ni nosotros para escuchar el concierto. Al contrario, estaban allí para cantar los cantos del pueblo y envolvernos a todos y meternos en el misterio de la liturgia. Pocas veces he visto misas tan bien participadas por todos, y en los que el canto haya tenido su lugar tan hermoso.

El Sr. Obispo en la homilía nos hizo ver cómo la caridad nace con la Iglesia, es una realidad inseparable de su ser. Desde los primeros tiempos existió la Caritas organizada alrededor de las comunidades parroquiales. Los santos padres como Basilio y Juan Crisóstomo, los grandes santos de la caridad como Vicente de Paul, hasta la encíclica “Deus Caritas est” son jalones que confirman el sentido profundo de la caridad en la vida de la Iglesia.

Tuvo el obispo también palabras de agradecimiento hacia todos los voluntarios que con su esfuerzo, su sacrificio están haciendo tanto bien dentro de la Iglesia. Siguiendo el eslogan de la celebración, añadió, vamos a por otros cincuenta años haciendo el bien.

En estos momentos en que la Iglesia se siente vapuleada, ignorada o despreciada por tantos, asistir a celebraciones como estas, son el mejor antídoto para sentirnos Iglesia, para sentir con orgullo que llevamos muchos siglos, muchos años siendo voluntarios de Caritas, y que ésta no tiene otro objetivo que el de Jesús, el de pasar haciendo el bien.