Mons. D. Ángel Fernández Collado

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24 de marzo de 2024

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Queridos fieles de esta diócesis de Albacete:

De nuevo, ante nosotros, la celebración anual de la Semana Santa. ¿Qué es lo que celebramos? La Pasión, Muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Lo que llamamos “la Pascua del Señor”, es decir su paso de la muerte a la vida. ¿Cómo celebrar la Semana Santa?

Se trata de celebrar una realidad ocurrida hace casi dos mil años, pero que actualizamos en las celebraciones litúrgicas, para así participar de los beneficios de la redención de Cristo, que por nosotros y por nuestra salvación padeció, murió y resucitó. Todo eso, lo expresamos, también, visiblemente en las procesiones, con imágenes que representan distintos momentos de aquellos acontecimientos. Así, queremos expresar, con agradecimiento, nuestra fe y, a su vez, fortalecerla y testimoniarla ante el mundo.

Como en todas las cosas de la vida, lo más importante es el motivo por el que hacemos la Semana Santa. Ya el propio Jesús nos enseña que, en la relación con Dios, lo más importante en la sinceridad de corazón. Hagamos las cosas, no para figurar y ser vistos por los demás (Mt. 6,1ss), sino para buscar la gloria de Dios y así lograr nuestra santificación personal. Esto se lo digo más especialmente a las Cofradías y Hermandades que lo tengan en cuenta a la hora de preparar y organizar las procesiones o actos cofrades.

San Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa nos dice: «Muchos bautizados viven como si Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas de culto, pero no se corresponden con una acogida real del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús. En muchos, un sentimiento religioso vago y poco comprometido ha suplantado a las grandes certezas de la fe». Junto con muchos ejemplos de fe genuina, hay también una religiosidad vaga y, a veces, desencaminada. Sus manifestaciones son frecuentemente genéricas y superficiales. Por eso es necesario que se promueva el paso de una fe sustentada por costumbres populares-sociales a una fe más madura y bien iluminada con la luz de Cristo, el magisterio, la tradición y las normas de la Iglesia.

En la Semana Santa hay muchas expresiones de la Piedad Popular que, como dice el Papa Francisco: «son una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros» (EG 124). No obstante, hay que evitar los aspectos ambiguos de algunas de sus manifestaciones, preservándolas de desviaciones secularistas o consumismos exagerados. No se ha de olvidar que la piedad popular se ha de vivir siempre en armonía con la liturgia de la Iglesia y vinculada con los Sacramentos.

Hermanos y amigos, todos corremos el peligro de vivir nuestra fe cristiana como ya dijo el profeta Isaías, y que Jesús les recordó a los escribas y fariseos, «este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, mientras su corazón está lejos de mí» (Mc. 7,6). Es necesario mostrarnos como personas que, creyendo, celebramos la fe y servimos al Señor amando a nuestros hermanos, especialmente a los más vulnerables. Lo más importante de la Semana Santa es el encuentro personal con Cristo, que es la fuente de nuestra salvación. De Él nos viene el perdón de nuestros pecados y la fuerza para amar a los demás como Él nos ha amado. Reconociendo nuestros pecados e individualmente recibiendo, por medio de los sacerdotes, el perdón del Señor.

No olvidemos que el verdadero culto a Dios se realiza, ante todo, en la existencia cotidiana, vivida en la caridad por la entrega libre y generosa de uno mismo al servicio de los demás. Al celebrar la Semana Santa, “con amor y fe viva”, no sólo aprenderemos de Cristo a dar la vida por amor, sino que recibiremos la gracia y la fuerza necesaria para vivir como vivió Él.

Aprovechemos la celebración, de esta Semana Santa de 2024, para enriquecer nuestra fe y así poder dar testimonio de auténtica vida cristiana. Es lo que os deseo de todo corazón. Vivir y celebrar una gozosa y santa Semana Santa. Que Dios os bendiga.

Ángel Fernández Collado

Obispo de Albacete