+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos

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12 de febrero de 2011

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]M[/fusion_dropcap]anos Unidas nos convoca a una nueva Campaña, la número LII. Durante los últimos años se ha fijado en alguno de los Objetivos del Milenio. Este año se centrar en el IV: Reducir la mortalidad infantil.

Nos convoca a entrar en Campaña con un eslogan provocativo, de urgencia, como un toque a rebato: “Su mañana es hoy”. En el cartel un niño desnutrido, solo frente a su realidad, en medio de un paisaje desértico, soñando en un plato que en los países desarrollados estaría lleno, pero que para él está siempre vacío.

Han pasado ya diez años desde que 189 Estados se comprometieron a luchar por una serie de objetivos que tienen que ver con el desarrollo. Dicen que algunas cosas han cambiado para bien; que las vacunas y el suministro de nutrientes han logrado importantes avances. Pero la realidad sigue siendo pavorosa. Y no es porque en nuestro mundo falten medios. El problema hoy no es de falta de dinero, de alimentos o de técnica. Es problema ético, de conciencia social, de bien común, de voluntad política. Según la FAO, la producción agrícola actual podría alimentar sin problema el doble de la población actual. “La cantidades de dinero invertidas en los denominados rescates financieros – nos dice Manos Unidas- son de una elocuencia que estremece, comparadas con lo que se ha invertido en erradicar el hambre o la pobreza”. Sólo con una pequeña parte de eso se hubiera podido dar cumplimiento a los Objetivos del Milenio.

Su mañana es hoy”, sí. Porque se nos están muriendo más de mil niños, menores de cinco años, cada hora. Y nos dicen que la mayor parte de estas muertes ocurren durante el primer mes de vida, por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Todo está interrelacionado, y difícilmente se logra un objetivo si se olvidan otros. ¿Puede, por ejemplo, reducirse la mortalidad infantil sin mejorar la salud materna, si faltan los alimentos básicos, si se carece de agua potable o no se ha logrado una alfabetización básica?: Cada año un millón de niños quedan huérfanos, lo que aumenta diez veces, según estadísticas fiables, la posibilidad de que mueran en los siguientes dos años. ¿Seremos capaces de tomar conciencia de que el futuro de millones de personas, entre ellos muchos niños, está en nuestras  manos? 

Hace 52 años que las entonces mujeres de Acción Católica unieron sus manos para declarar la guerra el hambre. En esa guerra sigue empeñada Manos Unidas, que, a base de su buen hacer y de su eficacia, se ha convertido en una de las organizaciones más fuertes, solventes y creíbles de nuestra Iglesia enEspaña: la organización con que la Iglesia Católica intenta responder al problema del hambre en el mundo. Sus 40.000 voluntarios y sus 71 delegaciones acaban de recibir el pasado 22 de Octubre el reconocimiento del Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, que a todos nos ha llenado de alegría. ¡Enhorabuena!

Como hemos recordado otros años, el hambre, que castiga a más de ochocientos cincuenta millones de personas, tiene sumido al mundo en una guerra oculta y larvada, pero real. Se habla de más de veinte millones de muertes al año causadas por la miseria y el hambre, el doble o el triple de las personas que morían anualmente en la segunda Guerra Mundial. La causa de esta situación, a la que 52 personajes galardonados con el Premio Nobel calificaron de “holocausto” en un memorable manifiesto, es, decían, fundamentalmente política. “Alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas”, nos recordaba el Concilio Vaticano II haciendo suya la frase de los Santos Padres.

Agradecemos a Manos Unidas que nos siga sacudiendo ante el escándalo del hambre y de lo que conlleva; que siga denunciando las estructuras generadoras de injusticia así como nuestros hábitos de consumismo insolidario; que siga siendo voz de los pobres; que siga promoviendo, a través de sus miles de proyectos, la justicia que toda persona merece por el sólo hecho de serlo. Y, en esta tarea, los cristianos hemos de sentirnos especialmente concernidos: Nuestro Señor, al hacerse hombre, nos reveló que hacía suya la causa del hombre, que en el grito de los pobres escucháramos el eco de su propio grito: “Porque tuve hambre y me diste de comer…”.

Manos Unidas quiere involucrar en su empeño a toda la Iglesia y, si pudiera, a toda la sociedad. Les recomiendo sus publicaciones, sus catequesis para niños, jóvenes y adultos, sus unidades didácticas para el mundo escolar. Es que hay que unir las más manos posibles, muchas manos y muchos corazones.

Desde estas convicciones compartidas, con profunda gratitud para nuestra Delegación de Manos Unidas de Albacete y para todos sus voluntarios, invito a todos los diocesanos a secundar la Campaña de este año: “Su Mañana es hoy”. Y, para ablandar el corazón y despertar el hambre de la solidaridad y del compartir, os invito al Ayuno Voluntario con que Manos Unidas nos prepara a la Campaña.