Juan José Fernández Cantos

|

17 de agosto de 2025

|

1

Visitas: 1

El verano es un tiempo propicio para pasar desapercibido. Nuestra atención esta volcada en descansar, visitar, turistear, y hacer muchas cosas que rompan con nuestras rutinas, en ocasiones, estresantes. Por eso no atendemos a la realidad de la misma manera que durante el curso. Y quizá sea un buen momento para prestar mas atención a las personas que nos rodean, ¿cómo?, Por ejemplo, escuchando con devoción.

Detrás del significado de esta palabra hay un concepto: dedicación. Donde la persona se identifica con el otro y comparte sus sentimientos. Complicado, especialmente en una sociedad con un marcado perfil individualista, donde vacaciones son sinónimo de búsqueda de satisfacción personal. Lo que equivale a ser devotos de nosotros mismos. Un circulo vicioso y narcisista que nada tiene que ver con el sentido de devoción.

La versión light o 0,0 es hacernos devotos de lo inerte. Si, imágenes que ni sienten ni padecen.

En cierta ocasión, un amigo mío quiso comprar un perro a sus hijos. Al describir las características del mismo -que no ladrará, que no se hiciera pis en casa, etc.- el empleado de la tienda de mascotas le dijo que quizás en una juguetería tendrían lo que buscaba.

Las personas molestamos, incomodamos, cansamos, importunamos, aburrimos, estorbamos, fastidiamos, etc. Pero, a la vez, agradamos, acogemos, estamos, interesamos, compartimos, reparamos, divertimos, ayudamos…….

¿Con que nos quedamos? Difícil. Conocernos es aceptarnos, descubrir los lugares oscuros de los que no hablamos a nadie, y entender que en cada persona hay diferentes espacios: los simpáticos y los desagradables.

La devoción no solo tiene que ver con la belleza, sino con la aceptación de lo diferente, lo feo. Donde la acogida no es solo de aquello que nos gusta, sino donde asentimos con aquello que nos desagrada. No porque estemos de acuerdo, sino porque acoger no es juzgar ni cambiar a las personas. Acoger no es moldear a nuestra imagen y semejanza. Acoger es compartir la vida.

Y solo lo que existe se trasforma y muta, no por obra de nosotros, sino cuando amamos con pasión y devoción. Porque solo el amor abre caminos inesperados.