+ Mons. D. Ángel Fernández Collado

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29 de enero de 2022

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     JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA

El próximo 2 de febrero en la Iglesia Universal celebramos la fiesta de la Presentación del Señor, la Virgen de la Candelaria, como tradicionalmente se conoce y se festeja en muchas parroquias, también de nuestra diócesis de Albacete. En este día también celebramos la XXVI Jornada Mundial de la Vida Consagrada, este año con el lema: “Caminando juntos”, que nos lleva a darle gracias a Dios por el gran don de la vida consagrada con su multiplicidad de formas y carismas que nos recuerda que todos somos hermanos y que todos estamos convocados a la ayuda mutua y al apoyo recíproco sin desentendernos de nadie.

«La vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia» (Vita consecrata, n.3). Son las palabras de la exhortación apostólica postsinodal sobre la vida consagrada que, recogiendo el rico caudal de la herencia conciliar, ha marcado, como brújula segura, el camino de todos los consagrados en los últimos veinticinco años. Como don precioso y necesario para todos los cristianos, la vida consagrada despliega su ser en la vid, la santidad y la misión eclesial.

Los consagrados y consagradas son «buscadores y testigos apasionados de Dios» (Benedicto XVI, Discurso a los superiores y superioras generales, 26.XI.2010) en el camino de la historia y en la entraña de la humanidad. 

Recojo las recomendaciones del Papa Francisco a un grupo de consagrados.  Deseo destacar cuales deben ser los pilares esenciales de la vida consagrada: la oración, la adoración, la vida común, la caridad fraterna, la pobreza y el servicio a los pobres. 

Todo consagrado y consagrada debe ser dócil al Espíritu Santo y permanecer firme en lo esencial: oración, adoración, vida en común, caridad fraterna, pobreza y servicio a los pobres. Todo ello con un corazón apostólico, con la inquietud buena y evangélica de buscar ante todo el Reino de Dios. Además, estando atentos al peligro de la rigidez, porque es una perversión que viene directamente del clericalismo, es otra cosa mala, y debajo de cualquier rigidez hay podredumbre. Y no olvidar también la mundanidad que provoca la degradación espiritual y moral.

Estamos en un proceso Sinodal al cual el Papa nos invita a todos a una mayor comunión, también en la vida consagrada. Es importancia la comunión, ya que en las familias y las comunidades religiosas la vida cristiana se compone de muchos gestos cotidianos, al cuidado de los unos a otros, es decir, cuidar los pequeños detalles del amor, donde los miembros se cuidan mutuamente y constituyen un espacio abierto y evangelizador, un lugar de la presencia del Señor resucitado que nos santifica según el plan del Padre.

Por último, deseo hacer una advertencia a todas las formas de Vida Consagrada y en extensión a toda la vida cristiana, la mayor plaga en la vida religiosa bien sea consagrada, sacerdotal o seglar, es cuando los hermanos no se cuidan los unos a los otros, es más, cuando empiezan las habladurías.

Como nos dice el papa Francisco, siendo testigos de esperanza para todos, mirando más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. ¡Caminemos en esperanza! (Fratelli tutti, n. 55)

Queridos consagrados y consagradas de nuestra diócesis de Albacete renovar cada día vuestra consagración a Dios y salid con la luz del Evangelio al encuentro del Señor y de los hermanos cuidando del mundo con hechos y gestos que hablan del Dios compasivo que habita y repara los corazones heridos y rotos por la desesperanza y las incertidumbres. Y a todos vosotros los fieles de esta querida diócesis albaceteña pidamos al dueño de la viña, Jesucristo, que nos envíe muchas y santas vocaciones a la Vida Consagrada para que la Iglesia que peregrina en estas tierras de la llanura manchega de Albacete pueda seguir bien apuntalada en la fe de un solo Dios, nuestro Padre que cuida de cada uno de nosotros.

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Ángel Fernández Collado

Obispo de Albacete