Manuel de Diego Martín

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25 de abril de 2009

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La lengua, junto a la inteligencia, son los atributos que distinguen a los humanos de todos los demás seres del reino animal. La lengua se nos dio para el crecimiento y la comunicación, no para la confrontación y el conflicto.

Hoy a nivel nacional parece que estamos sufriendo una verdadera confusión de lenguas. Se repite un poco aquello que nos cuenta el relato bíblico sobre la torre de Babel, en que llegó un momento en que los orgullos, soberbias de unos y de otros trajeron tal confusión en que nadie se podía entender. Así llegó la dispersión ¿Qué esta pasando ahora entre nosotros? Un chiquillo disléxico que pide por favor hacer un examen en español porque se expresa mejor y no le dejan. El comerciante que quiere rotular en español y no puede. Al crío que le sorprenden hablando en español en tiempo de recreo y se lo prohíben. Y para mayor INRI, toda una señora profesora le dice: “¡Qué vergüenza que un ibicenco hable español en su casa!”.

¿Qué maldición lleva consiga la lengua española, si resulta que es una de las lenguas más habladas en el mundo entero? Estuve diez años como misionero en África. ¡Dios mío, lo que sufrí, hasta llorar de rabia para poder aprender una lengua africana que no hablaban más de cincuenta mil personas! Pero, porque intentaba comunicarme con ellos, di por bien empleados todos los esfuerzos, todos los sacrificios. Pero a la vez constaba, qué deseos, qué pasión tenían los africanos por aprender el francés, la lengua de los blancos, para poderse comunicar con más gente, abrirse a nuevos pueblos. De tal manera que quien llegaba a aprender francés, lo hablaba siempre que podía con más orgullo que el que muestra un doctorado conseguido en Oxford. Así pues para ellos qué suerte saber la lengua de los blancos; por el contrario para muchos españoles, qué vergüenza saber y hablar español.

De todo esto concluyo. Me parece muy bien que vascos, gallegos, catalanes, valencianos e ibicencos hablen su lengua nativa, pero sin renunciar, sin querer enterrar la lengua común, la que es propia de todo el territorio nacional. Lo otro sería ir hacia atrás, ir hacia el tribalismo. ¿O es que les parece bien, aquello de que cada tribu su lengua? Que vayan a África, y seguro que cambian de opinión.