Manuel de Diego Martín

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25 de octubre de 2014

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Dice un refrán que vale más una imagen que cien palabras. Pero si lo que se quiere transmitir se hace no sólo con palabras, sino además con imágenes, con poesía, con música, sonidos, sollozos y silencios, todo ello ayudará mucho más a entrar en la comprensión profunda de lo que se quiere comunicar.

El domingo pasado celebramos en la Catedral el inicio del Año Jubilar con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, con la celebración de la Eucaristía que presidió nuestro Obispo. En la homilía D. Ciriaco ya nos hizo gustar la grandeza de la Santa que recordábamos. El Coro juvenil diocesano, con sus cantos al caso, nos ayudaron a profundizar más en el misterio. La Eucaristía fue un plato muy exquisito. No puedo decir que al llegar el postre llegase lo mejor, pues lo mejor siempre es la Eucaristía. Per se puede decir que la representación teatral que vino después de la Misa fue como la guinda del pastel que consiguió que lo vivido en la celebración religiosa fuese elevado a su enésima potencia.

Se trata de la representación que hizo de la vida de Santa Teresa un grupo artístico de la parroquia de Fátima, llamado “Symbolum: ad fidem per artem” (a la fe por el arte). Este grupo ha nacido con la intención de ayudar a través de representaciones teatrales, conjugando música, poesía y arte, a que todos nosotros podamos profundizar en nuestra fe cristiana. Así que durante más de una hora acompañados de la música de cuerda, órgano y sopranos, pudimos gustar los poemas recitados por la misma Teresa de Jesús. Fueron muy emocionantes los diálogos de Teresa con aquellos personajes más íntimos en su vida. Y el momento de gran sublimidad fue aquel en que en medio de la música se oían las últimas palabras, casi apagadas de la Santa, en que decía: “por fin muero hija de la Iglesia”.

Muchas veces he leído, he escuchado, incluso recitado versos de la Santa de Ávila. Pero al oírlos en aquel ambiente escénico en la Catedral, sentí una emoción especial y me decía yo a mí mismo. ¡Cuánto bien pueden hacer estas representaciones para ayudarnos a descubrir lo que es una fe viva, como la de Teresa de Jesús, y gustar de su belleza y naturalmente estremecernos por la alegría que dicha fe conlleva! Así que ¡bravo! por “Symbolum: ad fidem per artem”, y que sigan haciendo cosas tan bellas para reavivar nuestra fe.