Manuel de Diego Martín
|
9 de diciembre de 2006
|
4
Visitas: 4
Llevamos ya casi un año huérfanos de obispo. Una familia sin padre llega a resentirse. Por eso, eh aquí nuestra profunda y gran alegría de que el próximo sábado haga su entrada en la diócesis de Albacete D. Ciriaco Benavente cuyo nombramiento como obispo hizo público en el mes de octubre la Santa Sede.
Damos las gracias de todo corazón al papa Benedicto porque tuvo a bien nombrar a D. Ciriaco para obispo nuestro; y a nuestro nuevo obispo, le damos las gracias por haber dado el sí incondicional y total para servir a nuestra diócesis.
Nos llega un obispo con gran experiencia episcopal. Trece años como pastor de la diócesis de Coria-Cáceres han sido para él una excelente escuela para aprender el ministerio episcopal. Llegan noticias desde aquellas tierras extremeñas que D. Ciriaco se caracteriza por la sencillez, bondad y sensibilidad ante los temas sociales; por su capacidad de escucha, y su gran acogida hacia todo lo que pueda servir a la construcción del reino de Jesús.
Dice el profeta Jeremías hablando en nombre de Dios: “Os daré pastores según mi corazón” Este es el pastor que esperamos encontrar en D. Ciriaco. Un pastor con gran ánimo, fortaleza y corazón para animarnos e ilusionarnos en estos momentos históricos que nos tocan vivir y en los que no es fácil ser pastores.
La que está cayendo en nuestra diócesis, como en otras tantas, nos hace comprender la urgente respuesta que necesitamos, una respuesta de corazones grandes, o dicho de otra manera, de pastores con corazón. Entre nosotros los movimientos eclesiales están en baja, nuestro seminario en mínimos, las vocaciones religiosas se hacen raras, pocos curas y muchos somos ya viejos, los bancos de las iglesias cada vez más vacíos, y la juventud, a su vez, cada día más alejada de la iglesia… A todo esto se añade un ambiente sociopolítico que se hace cada vez más hostil a todo lo cristiano, y a los valores que la Iglesia enseña. Y por otra parte un ambiente social de indiferencia, pasotismo y huida ante toda responsabilidad.
Por esto necesitamos encontrar en D. Ciriaco un corazón grande, que hablándonos en nombre de Jesús de Nazaret, a quien representa y en nombre de quien nos preside, nos diga “No temáis, yo estoy con vosotros” Que el Señor guarde muchos años a nuestro nuevo obispo.