Antonio Abellán Navarro

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24 de febrero de 2007

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Otra albaceteña elevada a los altares es la Beata Aurea Navarro, Sor Marcela de Santo Tomás en religión.

No sabemos con certeza la fecha de su nacimiento. Debió ser en torno a 1889. Parece que nació en La Roda y que allí fue bautizada. Ingresó en la congregación de la Hermanas de la Doctrina Cristiana en septiembre de 1934 cuando tenía alrededor de 45 años de edad, en Valencia. Parece que su padre era farmacéutico. Deseaba que le impusieran como nombre de religión Tomasa, por ser este el nombre de su madre, que había sido maestra. Poco más se sabe de su familia, y nunca se le escapó una palabra de queja para ninguno de los suyos. En el testimonio que escribió una hermana, se puede leer: “en su fisonomía moral bien se hecha de ver que había apurado ya el cáliz de la tribulación en su vida de familia; cosa no extraña atendiendo a la edad que contaba. Y como el dolor acerca a Dios, y el sufrimiento, sobrellevado con fe, engendra las virtudes, debió llevar a la religión buen acopio de ellas. Mucho sufrió en la separación de su familia, pues no quisieron ya saber nada de ella ni aun por escrito. Este martirio anticipado lo supo llevar en silencio” Vistió el hábito de la Congregación el 27 de marzo de 1935, mostrándose contenta porque le habían añadido el nombre de Santo Tomás. Era humilde y amable, correctísima en sus modales; fina en el trato, como cuenta el historiador Vicente Cárcel Ortí. A pesar de su edad mostraba la ingenuidad de una novicia. Tenía gracia especial para ocultar los sufrimientos físicos y morales con una sonrisa y hasta con buen humor.

El 19 de julio de 1936, la comunidad de Mislata se trasladó al noviciado de Valencia. Las novicias se habían marchado a sus casas, excepto las que no tenían donde ir, como Sor Marcela de Santo Tomás (Beata Aurea Navarro) cediendo aquella casa a las candidatas al martirio. Allí permanecieron viviendo en comunidad, incluso se habían ofrecido para trabajar desinteresadamente para los combatientes, confeccionando jerseys con la lana requisada que les trajeron. El 20 de noviembre de 1936, un viernes al atardecer, un grupo de milicianos las intimidaron a subir en el vehículo que tenían en la puerta. Fueron conducidas todas al Picadero de Paterna –a unos 6 Km. De Valencia- siendo fusiladas esa misma noche, dando testimonio de su fe. Nuestra beata, la última de las novicias, al quedarse en la comunidad, recibió la gran oportunidad de enriquecerse con la palma del martirio.

Las 17 Hermanas de la Doctrina Cristiana fueron beatificadas por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995. Su fiesta se celebra el 20 de noviembre.