Manuel de Diego Martín
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17 de marzo de 2007
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Hace unos días una catequista de comunión me comentaba que un niño, con toda la ingenuidad, le decía que a él lo que más le gustaban eran las películas de sexo y pornográficas. Nos preocupó mucho a los dos y pensábamos que el niño aprovechaba la ausencia de sus padres (trabajan los dos) para ver todas estas porquerías.
También se está hablando estos días mucho del riesgo que supone para muchos niños y jóvenes el uso y abuso del móvil e Internet, en los que está surgiendo una nueva adicción semejante y tan peligrosa como la de la droga. Esta adicción no mata tan directamente el cuerpo como los estupefacientes, pero sí va moldeando el alma, el carácter de los chavales de tal manera que les va robando la libertad. Cuando perdemos la libertad hemos perdido todo como seres humanos.
Así pues dentro de este mundillo de sexualidad y pornografía, de adiciones al móvil y al Internet que nos ocupa y preocupa, se añade ahora un catálogo de fotos pornográficas, más aún blasfemas, ya que se hace porno con los cuerpos sagrados de nuestro Señor Jesús y de la Virgen María. ¿Se puede llegar a cosa más baja, a cosa más desagradable, más abyecta? Esto rompe todos los esquemas. Aquí se da toda la subversión de valores que proclamaba Nietzsche. Y lo más gordo del caso es que esta basura la prologa un señor Consejero de Cultura y la subvenciona con ayudas públicas.
Después de ver las susodichas fotos por Internet, me retiré a dormir, no sin pasar antes por la Capilla del Santísimo para decir buenas noches al Señor. Estaba impresionado; al mirar el Sagrario, el Crucifijo, la imagen amorosa de la dulce Madre, la Virgen María, me preguntaba ¿por qué esto, por qué esto? ¡Jesús mío, Madre mía, vosotros os merecéis otra cosa! Se me puso un nudo en la garganta y me eché a llorar. Pero bueno, hay que aceptar las realidades tal como son. Todo esto nos recuerda que la saga de los Anas y Caifás, de los Herodes, Judas y Pilatos, sigue viva a través de los tiempos. Y también aquello que se decía en otro tiempo “España es diferente”. Efectivamente España es diferente ya que en otros lugares la basura se elimina o se esconde. Aquí se la prologa, se la pone un marco institucional y además se paga con el dinero de todos, también con el dinero de quienes nos hemos sentido ofendidos gravemente por estas fotografías blasfemas.