Manuel de Diego Martín

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20 de junio de 2009

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Hace siglo y medio que Carlos Marx redactó el Manifiesto comunista que decía aquello de “arriba los pobres del mundo”. Por una parte cuántas esperanzas despertó aquel grito, pero, a su vez, cuántas desgracias, cuánta destrucción y muerte ha traído al mundo la ideología marxista.

Cuando yo era joven se nos decía mucho aquello de que Cristo fue el primer revolucionario y el mejor comunista del mundo. Pero, claro, la revolución de Jesús, el comunismo de Jesús era llegar a que todos los hombres, por imperativo del amor, llegasen a conseguir desde la libertad la mayor igualdad posible. El rico tenía que saber compartir con los pobres sus bienes sin recurrir a la violencia o a la muerte.

Esto mismo es lo que respondió el gran orador español Donoso Cortés en el congreso cuando algún diputado de la izquierda radical le interpeló diciendo que Jesús fue el primer revolucionario del mundo. Pero Jesús, respondió con reflejos, hizo la revolución entregando su propia sangre, no derramando la sangre de los demás.

Creíamos de buena fe que la auténtica revolución llega cuando los ricos son capaces de tomar conciencia de que deben abajarse para compartir sus bienes con los que tienen menos. Pues bien, el otro día, nuestro Presidente de Gobierno dice a los catalanes que va a intentar por todos los medios que ellos que ya son ricos, puedan tener más. Así pues aquí se cumple la revolución al revés: arriba los ricos del mundo.

Castellanos viejos, manchegos, andaluces, familiares y amigos de los que un día dejaron vuestras tierras para emigrar a Cataluña. No perdáis el tiempo. Si queréis ser ricos preparad vuestras maletas y a Barcelona. Pues el grito de solidaridad entre las regiones hoy tiene un himno nuevo. Hoy el espíritu y la letra nos dice que arriba los que tienen más.