+ Mons. D. Ángel Fernández Collado

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17 de octubre de 2020

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]stamos celebrando el DOMUND, el Domingo Mundial de las Misiones. En esta Jornada recordamos que la Iglesia de Jesucristo es por naturaleza y esencia eminentemente misionera y evangelizadora. Esta es su tarea, su misión. La misión de todos, niños, jóvenes y adultos recibida el día de nuestro Bautismo. En ese día nos incorporamos a la Iglesia, la familia de los hijos de Dios, y en ella recibimos la llamada a ser misioneros evangelizadores. Recordamos las palabras de Jesús: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15). «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 19-20).

Por tanto, la misión o tarea de un cristiano, niño, joven o adulto, con la fuerza en nosotros del Espíritu Santo, es la de evangelizar, la de anunciar a Jesucristo y su Evangelio, dar a conocer sus enseñanzas, su vida, Pasión, Muerte y Resurrección, y enseñar a los que lo van conociendo a vivir como cristianos en la Iglesia y en el Mundo. Somos pues elegidos y llamados por Dios para ser sus evangelizadores y misioneros.

Esta Jornada misionera es una llamada de atención sobre la responsabilidad común de todos los cristianos en la evangelización del mundo y, a la vez, una forma de apoyar con la oración y económicamente a los misioneros en su labor evangelizadora, desarrollada entre los más pobres.

Todos los cristianos y, especialmente los misioneros por vocación, son los encargados de dar a conocer el mensaje de Jesús en los llamados territorios de misión, especialmente en aquellos lugares del mundo donde el Evangelio aún no es conocido y donde la Iglesia Católica aún no está establemente asentada o constituida. La actividad pastoral, asistencial y misionera de los territorios de misión depende en gran manera de los donativos y ayudas que se reciben con motivo de esta Jornada Misionera (DOMUND). Por ello se nos pide que seamos generosos con nuestros donativos

Hoy rezamos juntos y recordamos a los miles de misioneros repartidos por todo el mundo y, especialmente, a los casi 50 misioneros de nuestra diócesis. Estamos cercanos a sus personas, necesidades y estamos muy orgullosos de ellos. Les admiramos por su entrega, compromiso evangelizador y donación de sus vidas al servicio de la misión. Y les ayudamos económicamente a realizar los proyectos de ayuda que más necesitan. Ellos escucharon la llamada de Dios y, como María, respondieron generosamente: «Aquí estoy, mándame». 

En la segunda lectura de la Palabra de Dios que hemos escuchado, dirigida a los cristianos de Tesalónica, san Pablo nos ha dejado unas palabras que reflejan su espíritu misionero y su agradecimiento a su importante tarea, que debe ser también el nuestro: «En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en  nuestras oraciones, pues sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido» (Tes 1,15b) como misioneros, os ha enviado y estáis realizando esta tarea gozosos, con eficacia evangélica, y generosamente.

Las necesidades en la misión son muchas. Mediante el Domund, la Iglesia trata de cubrir numerosas carencias materiales y de ayudar a los más desfavorecidos a través de los misioneros, con proyectos pastorales, sociales y educativos. Así, se construyen iglesias y capillas; se forman catequistas; se sostienen diócesis y comunidades religiosas; se edifican y mantienen hospitales, residencias de ancianos, orfanatos y comedores para personas necesitadas en todo el mundo.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos y guíanos en esta tarea misionera de tu Iglesia y transfórmanos en verdaderos discípulos y apóstoles de tu Hijo Jesucristo, en verdaderos misioneros y evangelizadores.