Mons. D. Ángel Román Idígoras

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24 de septiembre de 2025

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Buenas tardes a todos:

Quiero saludar de forma entrañable a don José María y a todos los que formáis parte de la familia del seminario (rectores de los seminarios de Cuenca y Albacete, formadores, directivos de la Universidad de San Dámaso, del Instituto San Julián, profesores, personal de limpieza, de cocina, de mantenimiento, administrativo y los que cubrís todas las tareas necesarias para que el seminario funcione como Dios manda) No me olvido de los benefactores y de los que dais sentido a que toda esta maquinaria se ponga en marcha: los seminaristas.

Estamos inaugurando hoy el curso 2025 – 2026 en los seminarios mayor y menor de Cuenca, en el instituto teológico San Julián y en el seminario de Albacete. Os invito a que lo afrontemos con ganas y como una gran oportunidad para seguir creciendo y, de esta manera, servir mejor al proyecto que Dios tiene sobre nosotros.

El curso que comenzamos es algo que afecta especialmente a los llamados al ministerio ordenado y en el que todos somos instrumentos de la Gracia de Dios para posibilitar esta formación. Por esta razón, todos, empezando por el obispo de Albacete, estamos llamados a hacer, con profesionalidad y cariño, y siempre desde Dios, la tarea que el Señor nos encomienda a cada uno en esta gran familia del seminario. Todo suma. El trabajo bien hecho repercute en la formación integral de los seminaristas.

En lo que a lo académico se refiere, es fundamental que los profesores sigáis manteniendo la tensión de la investigación y la preparación exhaustiva de las clases para poder dar a nuestros futuros sacerdotes una perspectiva actual y plural de la teología. Es clave capacitarles para que puedan dialogar con el mundo dando razón y fundamento de nuestra fe.

De esta formación teológica va a depender luego la práctica pastoral. Por eso, seminaristas, aprovechad bien este tiempo de formación intelectual que no debe cortarse del todo nunca. Eclesiología, Cristología, Trinidad, Antiguo y Nuevo Testamento, Antropología, filosofía… Cada asignatura es la teoría sobre la que luego vais a orientar la tarea pastoral con nuestra gente. Una buena acción necesita sustentarse en una mejor teoría. Estudiar y rezar lo estudiado es empezar desde ya a querer y servir a los hermanos que os esperan para que los guieis, acompañéis e impulséis su vida de fe. Espero que esta responsabilidad os revolucione los motores del alma y acreciente aún más la sed que podáis tener de conocimiento de Dios.

Cread ambiente de frescor universitario, de búsqueda y de inquietud por saber más. El mundo os va a preguntar de todo y por todo. Por tanto, preguntad vosotros todo ahora. No os quedéis con nada en el tintero. Quitaos complejos. Sed críticos y no os conforméis con cualquier respuesta. No viváis uniformados ni menospreciéis al que os cuestiona. La Iglesia es Una y plural. Estad abiertos, dialogad, debatid, buscad la verdad… Y pedid luz y ayuda a los que saben.  No olvidéis nunca la humildad y el respeto en este y en todo caminar. Y no olvidéis tampoco que lo que os digo es para servir más y mejor al Pueblo de Dios.

Pido a Dios que os siga acompañando en este curso. Que sea un curso vivo y apasionante; de alegría y crecimiento en común; de esfuerzo y oración.

Tened siempre delante de vosotros un mapa de nuestras diócesis para aprender y enraizar en lo más hondo de vosotros que la voluntad de Dios es “que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad“ (1Tim. 2, 4). Vosotros sois instrumentos que Dios ha elegido para que se cumpla esa voluntad en una porción concreta del mundo que tanto ama. Aprended también vosotros a amar en concreto aquello por lo que Jesucristo ha dado la vida. Para eso os estáis formando.

Siguiendo con otros miembros de la familia del seminario… Agradezco la dedicación de los rectores y formadores. La Iglesia os ha encomendado una tarea tan apasionante como difícil. Contad con nuestro acompañamiento y oración. Sois unos valientes y un ejemplo de confianza en Dios. Que el Señor alumbre vuestra oración continua por los seminaristas y os colme de sabiduría, paciencia y discernimiento.

Una palabra también para el resto del personal que he nombrado antes y sin el cual no sería posible sacar adelante el curso. El Señor, como a todos nosotros, os llama a hacer bien la tarea que os corresponda. Con amabilidad y conscientes de que vuestro buen hacer es ejemplo para la formación de los seminaristas. Con el paso de los años, siempre recordamos con cariño al personal del seminario y de la facultad. Aportáis un complemento esencial para nosotros de sabiduría de la vida cotidiana y de formación humana.

Estamos inaugurando un curso apasionante. Es una nueva oportunidad que el Señor nos brinda para seguir formándonos y un momento especial para vivir y reforzar nuestro ser Peregrinos de Esperanza.

Perdonad mi ausencia. Contad con mi bendición, mi apoyo y mi oración para el buen desarrollo de esta aventura que hoy inauguramos.

+Ángel