Manuel de Diego Martín

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20 de febrero de 2016

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En el catecismo aprendimos ciertos remedios que se daban para superar los pecados capitales cuando nos decían aquello de que contra soberbia humildad… Hoy tendríamos que decir que ante tanta locura, como nos envuelve, nos hace falta mucha cordura. Ya decía el inmortal Homero aquello de que cuando los dioses quieren perder a los mortales, primeros los vuelven locos. Estamos instalados en un ambiente de cierta locura que nos puede llevar a perder muchas cosas buenas.

Estos días hemos vivido acontecimientos marcados de una cierta demencia. Hemos visto en los carnavales a unos títeres haciendo burradas delante de unos niños. A estos les diría Jesús aquello de que más les valiera….Y todo ellos auspiciado por las autoridades que preside la Alcaldesa, no de un pueblo perdido, sino del mismo Madrid. Por otra parte la Alcaldesa de Barcelona aplaude a una artista que recita el “Padre nuestro” en plan de chunga, rayando a lo blasfemo. No hay derecho a hacer burla de la oración más sublime que nos enseñó el mismo Jesús. Con las cosas santas no se puede jugar.

Y a este proyecto de ridiculizar, de mofarse de todo lo que se refiere a nuestro Dios, vienen ahora nuestros dirigentes castellano-manchegos que pretenden oscurecer y eliminar la presencia de todo lo religioso en los centros públicos de salud. Sería acabar con las capillas, los capellanes, la misa dominical, todo acompañamiento a los enfermos. Esto es preocupante.

Estuve diez años como capellán en el Hospital Comarcal de Hellín y doy fe del inmenso bien que se puede hacer a muchos enfermos que desean una asistencia religiosa. Me atrevo a decir que si no existiera habría que instaurarla. ¡Qué cruel es, por tanto, el quitarla! Ayer mismo en mi parroquia de la Purísima de Albacete, al salir de la misa, se me acercaron dos señoras que me reconocieron y me saludaron muy amablemente y me decían: “¡Cómo le recordamos cuando estaba en el Hospital de Hellín y ayudó tanto a nuestra madre a llevar su enfermedad con entereza y esperanza, cómo se lo pagaremos!”.

Ahora quieren quitar este servicio. El Papa no cesa de denunciar esas prácticas de descarte que existen en la sociedad. Cuando te encuentras con gentes que han vivido siempre descartados en la vida y llegados al hospital ya no les queda otra ancla de salvación que agarrarse al Señor, también se la quieren arrebatar.

Por otra parte hoy se habla mucho del apoyo psicológico. Cada día se organizan equipos de profesionales que en diferentes centros ayudan a vivir y me parece muy bien. Pero no quitemos este servicio, que ya existe, que ayuda no solamente a vivir sino a lo más importante que es a bien morir. Ya nos lo dijo el Vaticano II que ante el misterio del dolor ante la enfermedad o la muerte, la mejor luz es la que nos da el Señor Jesús. Pero los que no creen en esta luz quieren meternos a todos en la oscuridad. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Por tanto lo que más necesitamos hoy es cordura. Esta palabra significa corazón, es decir, tener misericordia con los demás. El servicio religioso en los hospitales en una buena obra de misericordia.