Pablo Bermejo
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21 de julio de 2007
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]H[/fusion_dropcap]ay personas que podrían convertirse en lectores en potencia pero les falta un empujoncito para que comiencen a leer. Mi hermana sabe que desde pequeño he sido un aficionado a la lectura, y por eso me pidió que le comprara un libro a mi sobrino de 10 años y le intentara convencer para que lo leyera. Así que la semana pasada fui a casa de mi hermana a comer con una nueva edición de La Historia Interminable, donde los pasajes de la realidad estaban impresos en un color y los de fantasía en otro. Pensé que eso, junto a las ilustraciones, le facilitaría el primer paso. Después de comer entré en la habitación de mi sobrino, donde un televisor pequeño y la video consola parecían ser los reyes de la estancia.
Mi sobrino estaba jugando y le dije que le diera a la pausa y desenvolviera el libro. Lo abrió y me dijo que le sonaba el título. Le conté que todas las personas de mi edad habían visto las dos primeras películas, y que el libro contenía la historia original y más completa. Le conté que el protagonista se metía dentro de la historia del libro que leía, y que se montaba sobre un dragón volador. Además aparecían seres muy curiosos, como un hombre de roca y un león que era el rey de un desierto. Más que convencerle, creo que se lo tomó como que a mí me gustan esas fantasías.
Así que se levantó con la mirada un poco pensativa, cambió el videojuego por otro y me dio otro mando. Dijo: ‘verás como te gusta este juego, vamos a jugar a dobles’. Éramos dos guerreros que montaban en unicornios, grifos y otros seres mitológicos. Luchábamos juntos contra criaturas sorprendentes, y yo me dejé arrastrar por el realismo de los gráficos, el sonido y ese mundo virtual. Dos horas después me levanté y le dije que me tenía que ir pues llegaba tarde a una cita con mis amigos, y que comenzara el libro antes de cenar.
La semana que viene volveré a su casa y le preguntaré si ya lo ha comenzado. Pero si yo perdí la noción del tiempo esa tarde, me imagino que para niños de 10 años los libros tienen muchas posibilidades de conservarse como nuevos para siempre.