Damián Picornell Gallar
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2 de noviembre de 2019
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A lo largo de nuestro proceso de fe aprendemos diversas formas de nombrar a Dios. En la liturgia, en la oración, en la teología, le llamamos Padre, Hijo, Espíritu Santo, Creador, Redentor, Paráclito, Salvador, junto a otros muchos nombres. Son caminos para aproximarnos algo más a su misterio, aunque sin abarcarlo por completo. El texto del libro de la Sabiduría que escuchamos en la primera lectura de la Eucaristía de hoy nos deja otro precioso nombre para grabar en nuestra mente y nuestro corazón: “Señor, amigo de la vida”.
No se trata de un mensaje “buenista” ni de una especie de “tranquilizante espiritual”. La vida, en toda su complejidad, con sus esperanzas y sinsabores, con sus alegrías y dramas, dureza e injusticias, pero también felicidad y plenitud, es aceptada y amada hasta el extremo por Dios. Ese buen amigo que nos sana misericordiosamente en los peores momentos y siempre está deseando contagiarnos su felicidad. El que nos sostiene, confía en nosotros y nos regala tantos dones. El amigo que nunca, nunca falla.
Tal vez hoy es un día apropiado para revisar cuál es nuestra imagen real de Dios; es decir, a quién oramos, cómo le llamamos, cómo le pensamos y sentimos. Y desde ahí, aprender a sentir y gustar su amistad inconfundible. Si empezamos a llamarle “amigo de la vida, de mi vida, de nuestra vida”, comprobaremos que la imagen de un Dios lejano y ausente no es más que una caricatura.
Además, seremos invitados a pasar por este mundo como amigos de la vida: personas que saben de misericordia porque la anhelan, la experimentan, la comunican a menudo. Así lo expresaba Madre Teresa de Calcuta en este conocido poema:
La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es belleza, admírala.
La vida es bienaventuranza, saboréala.
La vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un desafío, enfréntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es un tesoro, cuídalo.
La vida es una riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózalo.
La vida es un misterio, descúbrelo.
La vida es una promesa, realízala.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es una lucha, acéptala.
La vida es una aventura, arriésgate.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es vida, defiéndela.