+ Mons. D. Ángel Fernández Collado
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28 de noviembre de 2020
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]Q[/fusion_dropcap]ueridos sacerdotes, diáconos, consagrados/as y fieles todos de la diócesis de Albacete:
Nos adentramos en el tiempo litúrgico del Adviento. Un tiempo sugestivo, cargado de ilusión y de ternura, de misericordia y esperanza. Un tiempo para ponernos a tono espiritualmente y celebrar convertidos el Nacimiento del Hijo de Dios y las festividades que lo acompañan.
Llega el Señor Jesús a visitarnos, a traernos la paz y a ofrecernos una vida eterna en el Cielo. El Señor viene a nosotros y, por ello, debemos mantenernos despiertos, con espíritu vigilante, no distraídos, sino atentos y alegres como quienes aguardan a una persona querida y largo tiempo esperada.
El mismo Jesús nos dice: “¡Velad! manteneos vigilantes, despiertos”. Son palabras dirigidas a todos los hombres de todos los tiempos. Son palabras del Señor dirigidas a todos y a cada uno de nosotros, porque somos propensos a la somnolencia y al olvido de nuestra tarea apostólica. Vigilar es sobre todo amar. Como respuesta a la llamada del Señor, los primeros cristianos, y después los cristianos de todos los tiempos, repetimos con frecuencia y con amor estas palabras: “Ven pronto Señor, ven Salvador” (Mc 13,33-37). Esta oración viene siendo repetida por la Iglesia y los cristianos al llegar el Adviento. Esperamos que venga el Señor, colme nuestra esperanza y nos salve. Y, al rezar de esta manera, ejercitamos nuestra fe y nuestro amor, y encontramos fuerza interior, fruto del Espíritu Santo, para vivir cristianamente con optimismo y cumplir los deberes apostólicos, familiares y sociales
Estar en vela y vigilantes son palabras que resuenan en Adviento para recuperar una vida cristiana comprometida. El Señor nos invita, a través de las palabras del evangelista San Lucas, a “levantar la cabeza porque se acerca nuestra liberación”; a abrir los ojos para descubrir, con mirada de compasión, la realidad que nos rodea; a abrir los oídos para escuchar los gemidos de quienes sufren; a abrir los ventanales de la esperanza para vivir de forma evangélica, sin dejarnos llevar por las modas y costumbres que no van acordes con el evangelio.
El encuentro con Jesús será un día de alegría. Su venida será salvadora. Comenzamos el Adviento, tiempo de espera y de esperanza. En Adviento nos preparamos para la llegada de Jesús Niño. Es una alegría cuidar cada detalle para recibir bien a quien nos ama y amamos. Cada esfuerzo es un gozo. Adviento es la alegría de adornar la espera y afinar el corazón. El Adviento nos llevará las puertas de la Navidad.
El Adviento es un tiempo entrañable que, de nuevo, Dios nos regala. Los cristianos somos custodios de una gran esperanza: Dios está con nosotros, está de nuestra parte, camina con nosotros, está a nuestro lado y en nuestro corazón. Por ello, somos unos afortunados y nuestro gozo debe llegar a “todos” como buena noticia del Evangelio, especialmente a los alejados, a los no creyentes y a los indiferentes. Hagamos que sea Adviento, presencia amorosa y salvadora del Señor Jesús también para todos ellos, para todos los que nos rodean. Ésta es nuestra sencilla oración ante este nuevo Adviento: Te esperamos, Señor y esperamos el día que inundes de radiante luz nuestras vidas.“El Señor viene, Maranatha: ven, Señor Jesús”.