Manuel de Diego Martín

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15 de octubre de 2011

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En estos días en que estamos preparando la jornada misionera del Domund y hemos celebrado la fiesta de Santa Teresa de Ávila, vamos a recordar a una gran carmelita y a una gran misionera.

El día 5 de este mes falleció la Hna. Concepción en el convento de Carmelitas Descalzas de Albacete. Ella fue una de las fundadoras, venidas de Fuenterrabía, invitadas por el primer Obispo Tabera. Así, en la Vereda de Jaén, surgió este convento como un gran regalo para la nueva Diócesis.

La Hermana nació en Palencia en una familia muy religiosa. Ella decía que se convirtió a Jesús a los catorce años. Así pues militó en los grupos de Acción Católica y en otras asociaciones juveniles de fuerte espiritualidad, hasta acabar en el Convento.

Aquí en Albacete fue encargada de llevar adelante la administración del Secretariado de Misiones. Hizo lo posible e imposible, a veces con tan pocos medios, por organizar las campañas del Domund, Infancia Misionera y otras, para hacer llegar la voz de las misiones hasta el último rincón de la Diócesis. Ella que había trabajado de chica en la administración empleó en este quehacer todo su saber, y a la vez, todo su amor, ya que llevaba la causa de las misiones en su corazón. Al modo de Teresita del Niño Jesús pudiéramos decir que ha vivido para las misiones. Hasta el final de su vida no había una celebración que la Hermana no pidiese por las misiones.

Ha sufrido una dura enfermedad que se ha prolongado durante meses. Ni una queja, ni un gesto exteriorizando su dolor, sino mucha paz y mucha confianza ante el Señor. No le faltaba el humor. Solía decir: “¿a mis ochenta años qué puedo esperar?”. Así pues, como fruto maduro cayó en manos del Padre. La muerte le llegó con una agonía muy dulce, de tal forma que más que morirse, parecía que se había dormido en el Señor. Descanse en paz.