Francisco San José Palomar

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17 de diciembre de 2022

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Acoger sería la palabra definitoria de este IV Domingo de Adviento.

María se encuentra encinta de Jesús por obra del Espíritu Santo, pero de eso nada sabe José su esposo prometido. 

Y una duda cruel surge en su alma ¿qué voy a hacer? se pregunta, vive un auténtico drama. El bueno de san José no desea hacer daño a María y su decisión era repudiarla en secreto.

La intervención de Dios no se hace esperar y en un sueño profundo le esclarece el misterio de la Virgen Madre que va a ser María. Este hecho ya había sido preanunciado por el profeta Isaías: “Por eso el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la joven está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel”. (Is 7, 14)

José acogió a María prosigue el evangelio: “Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer”. 

El silencio de María, su discreción es un signo de su entera confianza en Dios que resolverá la situación de su virginal maternidad como así sucedió.

Cuando Dios entra en nuestras vidas y acogemos su venida, pueden venirnos acontecimientos impensables y la mejor manera de afrontarlos es confiar en nuestro Padre Dios. 

La confianza es el mejor obsequio que podemos ofrecer a Dios y a las personas – Fiarse de Dios: Él nos ama y desea nuestro bien. La vida, dentro de la prudencia, se basa en la confianza. Confiar en el hermano hace posible y agradable la convivencia. 

Acoger es la actitud que Jesús y su madre María esperan de nosotros.  Preparémonos a la Navidad – La vía mejor: El amor y la confianza en María y la invocación a san José, esposo de la Virgen y Custodio del Redentor. 

 

Francisco San José Palomar
Sacerdote diocesano