Manuel de Diego Martín

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16 de septiembre de 2006

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Hace unos días pudimos ver estos titulares tan preocupantes como dramáticos en algunos rotativos: “53 inmigrantes subsaharianos son expulsados por Marruecos a tierra de nadie”

Para entender esta noticia hay que comprender lo que está pasando. Cuando los cayucos llegan a duras penas a nuestras costas españolas, a veces al borde del desahucio total, nuestros servicios de socorro, la Cruz Roja, las Caritas, diferentes ONGs se vuelcan con todo cariño para remediarles y abrirles un camino de esperanza y dignidad. En cambio si estos tienen la mala suerte de atracar en Marruecos, la policía los cogen, los cargan en camiones como animales y sin pan ni agua los dejan tirados en el desierto hasta que se mueran.

Oía un comentarista intentando explicar estos hechos con el que no estaba totalmente de acuerdo en sus planteamientos. Decía que en España los recibíamos bien porque somos un país democrático, en Marruecos mal porque allá no hay democracia. En parte lleva razón, pero hay algo más, mucho más que el hecho de la democracia. Ocurre esto en España porque entre nosotros hay una cultura de valores humanos, de valores cristianos, que han fermentado desde siglos y que nos hacen tener una actitud ante el hermano necesitado, sea quien sea. Creo que en los tiempos de Franco, aunque no hubiera democracia, hubiera ocurrido lo mismo, tampoco les hubiera faltado ayuda.  En Marruecos no hay esta cultura, el Islam no les ha educado en estos valores de fraternidad y ayuda al más necesitado. El musulmán piensa en ayudar a los suyos.

Hago estas tímidas afirmaciones desde mi experiencia de diez años viviendo en ambiente musulmán, animista y cristiano. El Doctor Massoti, español, un gran cristiano y un gran profesional, venía cada año a nuestra misión a trabajar en el hospital del pueblo. Al día siguiente de llegar se encontraba con filas de musulmanes, animistas, cristianos todos, todos eran igualmente atendidos… Y los africanos cristianos nos decían: si el doctor blanco, fuera musulmán, seguro que a nosotros no nos atendería. Y contaban su experiencia cuando iban a buscar trabajo a Costa de Marfil, allá si no nos hacemos musulmanes, ni nos dan casa, ni trabajo, y si nos morimos no nos entierran, no tenemos mas remedio que raparnos la cabeza y tomar un nombre musulmán. Esta parece una historia de hace casi treinta años. Pero estos días se ha reproducido esta escena con los periodistas de la Fox obligados a convertirse en musulmanes para salvar la vida.¡Qué hipocresía! Bueno es saber estas cosas, y saber con quiénes estamos para entender mejor el momento histórico en que vivimos.