18 de marzo de 2018
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“Apóstoles para los jóvenes” es el lema de este año para el Día del Seminario. Esta jornada se celebra alrededor de la solemnidad de San José.
Jesús eligió a doce y les invitó a seguirle. Los eligió a ellos y no a otros, y les quiso de una manera especial, con predilección. Los llamó para que estuvieran con Él y para enviarles a anunciar la buena nueva del Reino de Dios. Les formó durante varios años, les acogió en su compañía, les abrió el corazón y les fue enseñando todo. Esa misma historia se repite en cada joven que entra al Seminario.
Si no nos parecen suficientes los que se preparan en nuestro Seminario debemos recordar que la tarea de animar las vocaciones corresponde a la Iglesia entera, no solo al Obispo, o a los responsables diocesanos; todos somos responsables en verdad. Hoy es un buen día para preguntarnos: “¿rezas habitualmente por las vocaciones?” o “¿animarías a algún hijo tuyo, nieto o sobrino a que fuera al Seminario?”.
Hoy conocemos un poco más a los seminaristas de Albacete.
«Apóstoles para los jóvenes»
El lema del Día del Seminario 2018: «Apóstoles para los jóvenes» se desprende del tema del próximo Sínodo que tratará el tema «Los jóvenes y el discernimiento vocacional». El sacerdote debe acompañar en el camino al joven en el discernimiento vocacional, camino que debe llevar a Jesucristo, y en consecuencia a preguntarse: «Señor, ¿qué quieres de mí?” Francisco Javier López (Alcantarilla – Murcia, último curso, 31 años)
¿Cuál es la misión del sacerdote, hoy? Llevar el perdón, la misericordia y la presencia de Dios por donde pasen. Hoy más que nunca se necesitan sacerdotes que, a raíz de su propio encuentro personal con Cristo, ayuden a los demás a encontrarse con Él. La mejor manera es con el ejemplo del propio sacerdote siendo otro Cristo entre los hermanos. En definitiva, hacer que la inmensa felicidad del Evangelio inunde y alcance a todas las personas. Alejandro Marquina (Villarrobledo, 3º curso, 21 años)
¿Qué pasos debe dar un joven que desea entrar al seminario?
Desde mi experiencia, si surge en un joven la llamada al sacerdocio, lo primero que ha de hacer es dar gracias a Dios por ese gran regalo que es la vocación al sacerdocio. Después, comentarlo con el sacerdote de su parroquia y él se pondrá en contacto con el rector del Seminario, para que pueda entrar y formarte y, así, afianzar la vocación con ayuda de Dios y de los compañeros. Saúl Muñoz (Riópar, 3º curso, 20 años)
Medios que permiten a un seminarista avanzar en el conocimiento y maduración de su vocación
Como cualquier persona, los seminaristas no estamos solos en nuestro proceso formativo. Vivimos en una comunidad, estamos juntos para ir aprendiendo del Maestro, algo parecido a cómo vivían los apóstoles con Jesús. Con nosotros también viven sacerdotes, que llamamos formadores, con los que hablamos, nos van ayudando a ver qué quiere el Señor de nosotros y nos enseñan cómo vivir la fraternidad y el amor por los demás. También el vivir con otros nos ayuda a ir conociéndonos a nosotros mismos, nuestros fallos y nuestras virtudes. Esto también lo descubrimos, por supuesto, en la oración, el trato personal con Cristo. Álvaro Picazo (Chinchilla, 5º curso, 27 años)
¿Con qué ayuda puede contar un joven para plantearse su vocación?
El joven debe tener el deseo de buscar la verdad en su vida. Es esencial un diálogo honesto y verdadero con una persona que nos ayude a reconocer qué produce en mi interior las consecuencias de mis actos, aquellas palabras que escucho, leo y las personas que encuentro. Esto es necesario para interpretar el origen de mis deseos y emociones, evaluar si nos edifican o no, y elegir así, libremente, el camino que nos construye como personas y vivirlo. Ángel Moraleda (La Roda, 4º curso, 32 años)
¿Cómo puede surgir hoy día la vocación de sacerdote?
Ante todo, la vocación no es algo que surja de repente. En mi caso, se han dado unas condiciones favorables como, por ejemplo, el testimonio de unos padres creyentes, el de un primo seminarista, la parroquia y la presencia de sacerdotes que te ayudan a perseverar en la fe. Y lo más importante siempre es el encuentro personal con Cristo, que te lleva a dar el gran paso y decirle Sí. Antonio Tárraga (Chinchilla, 1º curso, 18 años)
¿Qué prejuicios puede tener un joven hoy, para plantearse la vocación?
Un joven, en una realidad como la que vivimos hoy en día, se encontrará con una pluralidad de opciones o alternativas con perspectivas de éxito; diversidad de vocaciones o profesiones en las cuales pueda desplegar mejor sus talentos. Todo esto pone delante del joven: el éxito, la fama, la comodidad que ofrece el confort de lo relativamente fácil e inmediato. Ante esto, la vocación para ser sacerdote, se puede ver oscurecida con tanta diversidad. En este panorama la propuesta de una entrega al servicio de los demás siendo sacerdote, puede resultar poco atractiva y poco esperanzadora. Pero Dios sigue recorriendo la historia, sigue llamando en un servicio en el que aparentemente no se tiene nada, pero se da todo. Rubén Valdez (México, 5º curso, 34 años)
¿Cómo es la vida del Seminario en un día cualquiera?
El día tiene tres pilares: oración, estudio y comunidad. Comienza el día a la siete y media rezando Laudes, oración personal y eucaristía y a partir de las once de la noche tenemos silencio. Tenemos las clases por la mañana, estudio por la tarde. Después de las comidas tenemos tiempo libre para convivir con los compañeros. Juan Ángel González (Alcadozo, 6º curso, 56 años)