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31 de enero de 2016

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l próximo 2 de febrero, fiesta de la Candelaria, se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, tal como la instituyó san Juan Pablo II en el año 1997. Esta Jornada tiene este año una resonancia especial puesto que en este mismo día se clausura el Año dedicado a la Vida Consagrada que el Papa Francisco declaró para que el pueblo cristiano tomase conciencia del don que supone la consagración de nuestros hermanos, para que pudiéramos crecer más y más en conocimiento y estima por lo que significan dentro de la Iglesia y, por tanto, dar gracias a Dios por todo ello. Ha sido un año también para que los mismos consagrados hayan podido celebrar de una manera especial las maravillas que el Señor realiza en sus vidas.

El cartel anunciador de la Jornada tiene un lema obligado, ya que estamos inmersos en el Año de la Misericordia. Dice así: “La Vida consagrada, Profecía de Misericordia”. En el fondo del cartel nos encontramos con la parroquia de Guadalupe de Madrid en la que se celebró el pasado mes de octubre el Congreso Nacional de Vida Consagrada por invitación de los obispos españoles.

Es evidente que nuestros hermanos consagrados, lo están, precisamente, para ser testigos de la Misericordia de Dios. Pues ¿Qué es un consagrado, sino un seguidor radical de Jesús, el máximo profeta del Amor de Dios y de su Misericordia? Ellos están, ahí los vemos cada día, en las periferias existenciales del mundo para curar sus heridas y dar a las gentes motivos para seguir esperando, testimoniando que el Señor no nos deja nunca de su mano. Uno de sus lemas de este año ha sido precisamente “mirar el futuro con esperanza”.

Recordando el Año de la Vida Consagrada, que ahora clausuramos, no podemos por menos que dar gracias a la Iglesia de Albacete con su obispo D. Ciriaco a la cabeza. Toda la Diócesis, desde el primer momento, se movilizó en sus Delegaciones, Consejos Pastorales, Presbiteral y de Arciprestes para sensibilizar a todo el pueblo no sólo de lo que los consagra­dos hacen, que casi todos lo ven, sino sobre todo de lo que son, que muchos ignoran.

Por su parte los consagrados, entre otras muchas actividades, prepararon unos paneles que han recorrido las parroquias, sobre los diversos carismas y congregaciones que están en Albacete. También en esta publicación, a lo largo del año, hemos tenido una columna para que el conocimiento de cada congregación llegase a los más posibles.

Por todo ello no nos queda más que dar gracias a Dios y pedir al cielo que nunca nos falten vocaciones, ya que ellos son una gran fuerza para la Iglesia, para llevar adelante la nueva evangelización y mostrar a todos el rostro misericordioso de nuestro Padre Dios. La Iglesia os necesita.

Manuel de Diego