26 de febrero de 2014

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Visitas: 39

Queridos diocesanos:

Durante la última semana de febrero y primera de marzo los Obispos españoles realizaremos una vista especial a Roma, que desde tiempo inmemorial se denomina “ad Limina Apostolorum”, y que, en traducción libre, sería “a las tumbas de los Apóstoles”.

Desde los primeros siglos de la Iglesia era costumbre que los Obispos de la Iglesia visitaran al Obispo de Roma para orar ante las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo, para encontrarse con el sucesor de Pedro y reafirmar los vínculos de comunión con la Sede Apostólica. A partir del 1585, el Papa Sixto V institucionalizó esta costumbre. La legislación eclesiástica prescribe que dicha Visita se realice cada cinco años. El hecho de que, a veces, se alargue el espacio entre vista y visita se ha debido al mayor número de obispos y a los viajes apostólicos de los últimos Papas. La Visita “ad Limina” va precedida de un informe completo y pormenorizado de la Diócesis y de todas sus realidades y situaciones a la Santa Sede.

El momento principal de la Visita lo constituye, como decía antes, el encuentro personal del Santo Padre con los Obispos y el mensaje que, con este motivo, dirige a los Obispos de cada país con orientaciones precisas para responder a las necesidades pastorales de las respectivas Iglesias. La Visita “ad Limina” constituye, pues, un momento privilegiado para expresar y reafirmar la comunión de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, y el Papa, sucesor de Pedro; entre la Iglesia de Roma, que nos preside en la caridad, y las distintas Iglesias particulares dispersas por el mundo. Como es natural, cada Papa da a la Visita su propia impronta. Es de suponer que el Papa Francisco también lo haga.

Actos importantes de la Visita “ad Limina” son las vistas a las distintas Congregaciones, para departir con sus Presidentes y Secretarios en franca y leal reciprocidad sobre las preocupaciones de nuestras Iglesias y las de la Iglesia universal.

Revisten singular emoción las concelebraciones en las basílicas de San Pedro y San Pablo y en las otras basílicas mayores de Roma, en que, según es costumbre, participamos los Obispos por grupos.

Decían los Santos Padres de la antigüedad que donde está el Obispo está también la Iglesia que preside. Tened la seguridad de que a todos – presbíteros, miembros de la vida consagrada y laicos- os llevará vuestro Obispo en su corazón. Renovad, con este motivo, vuestra fidelidad a la Iglesia y al magisterio del Santo Padre. Éste es, sin duda, el mejor obsequio que un Obispo puede llevar al Papa.

Invito a los presbíteros a dar a conocer a los fieles el significado de la Vista y a orar para que nos dé nuevo aliento para crecer en fidelidad, en número de vocaciones y en fecundos proyectos apostólicos. Hago extensiva la misma invitación a los catequistas y a los profesores de religión en sus respectivos campos.

Con mi afecto y bendición

 +Ciriaco  Benavente Mateos
Obispo de Albacete