3 de noviembre de 2013
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]F[/fusion_dropcap]ernando Zapata, José Valtueña, Carlo Benosino y Bernardo Cugno llevan tan sólo unas semanas ejerciendo como curas. Son muchas las emociones, sentimientos y experiencias nuevas que están viviendo estos hermanos nuestros, que han sido elegidos por el Señor para ser sacerdotes.
Desde que han sido ordenados sacerdotes por nuestro Obispo Don Ciriaco, el 22 de septiembre en la Iglesia Catedral, ellos han estado descubriendo en el día a día, maravillados, que es verdad: que el Señor les ha elegido para esta misión, y que su sí, su entrega generosa al cien por cien, por amor, está siendo correspondida con creces en las comunidades donde han sido enviados: Fernando, en La Roda; José, en Peñas de San Pedro; y Carlo y Bernardo continúan en Letur, a donde llegaron hace ya cuatro años siendo frailes, desde Italia, y se sienten muy queridos y profundamente hermanados con los letureños.
Felices e inmensamente agradecidos, dicen que lo que están viviendo es un regalo del Señor. Estos primeros días han sido sobre todo de fiesta y celebración, tanto en sus comunidades de origen como en aquellas que les han sido encomendadas; también de toma de contacto con los grupos de pastoral, presentaciones, reuniones, y poco a poco se van dirigiendo con sencillez y humildad a lo que va ser su vida ordinaria.
“Quiero configurarme con Cristo, tratar de hacer siempre la voluntad de Dios. Me conformo con estar todos los días disponible. Estamos para servir y pido al Señor que me dé fuerzas”, nos cuenta Fernando, que es el vicario parroquial de La Roda.
Por su parte, Bernardo nos dice que “me siento muy feliz, veo que la gente está contenta. Todavía estoy un poco confundido y a veces casi actúo como un diácono o un monaguillo. Pero el Señor guía este barco, por eso me da consuelo cuando tomo conciencia de mi pequeñez”.
En esta conciencia de su limitación personal ante la grandeza de su misión, se dan cuenta estos nuevos sacerdotes de que es el Señor quien está obrando en ellos, pues algo está cambiando en su interior.
El corazón cambia. Ves las cosas con ojos nuevos
“Ahora es diferente, hermanos. Cambia dentro, el corazón cambia. Ves las cosas con ojos nuevos. Llevaba ya tiempo ayudando al cura que estaba en Letur, pero ahora estoy en el Altar con una forma en las manos, y en mis manos esta forma se transforma. Soy muy feliz, me siento una persona que el Señor le ha querido mucho”.
“Y me doy cuenta también –continúa Carlo-, que tengo que cuidar mucho mi vida personal. El Señor me pide que sea una persona mejor, en mis obras, no en lo que yo pueda decir, porque el cura tiene que dar siempre un ejemplo. Primero, cambiar yo mismo y con mi ejemplo que la gente viva mucho mejor”.
Bernardo y Carlo están en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Letur. Atienden también tres aldeas y están pendientes de ayudar a los compañeros del arciprestazgo. Como frailes han empezado una pastoral de la fraternidad “de escucharnos unos a otros. Cada una de las personas que se acercan tiene algo que enseñarte”.
Para José Valtueña, todo es nuevo, muy bonito y muy sorprendente: “ahora el cura… soy yo. Incluso la gente que te conocía no te trata de la misma manera, te hablan como confiando en ti. No sé qué he hecho yo para recibir este regalo: la gente de Peñas, el Pozuelo… el Cristo del Sahúco… El Señor se sirve de uno a través de los sacramentos para ayudar a la gente… es muy hermoso, soy feliz, feliz”.
Fernando Zapata también habla “de la porción del pueblo de Dios que Él me ha regalado: La Roda, la Virgen de Fuensanta que ahora también es la mía… quiero hacerme uno de ellos, formar parte de la vida de la gente de La Roda, participar en sus cosas. Estoy muy agradecido al párroco, Vicente Contreras. Él me lleva y me acompaña a todos los sitios, es como si fuera un padre, me está enseñando”.
El sacramento de la confesión es lo que más está asombrando a estos nuevos curas. “Ves que no eres tú. Es el Señor el que lo hace, su misericordia es infinita. La gente quiere llamarte Padre, pero es Dios quien vive en tus manos, tienes una gran responsabilidad, puedes llevar la reconciliación y el perdón. Es asombroso, esto sólo lo puedes comprender estando dentro de ello”, asegura Carlo.