Manuel de Diego Martín

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17 de mayo de 2008

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Nuestra Vicepresidenta de Gobierno, la señora Fernández de la Vega, ha vuelto horrorizada de Nigeria, porque tuvo la mala suerte de posar en una fotografía con un notable granjero, que goza de ayudas españolas, y sus tres mujeres.

¿De qué se extraña la Sra. Ministra? En África, en la cultura de las religiones tradicionales animistas, y en el ambiente islámico, que es lo mayoritario en el país nigeriano, lo más normal del mundo es la poligamia. A nosotros occidentales nos choca todo esto y nos cuesta verlo como normal, y luchamos, sobre todo por las exigencias del evangelio, los que creemos en ellas, por ir cambiando la mentalidad y la praxis de esta manera de actuar.

Cuando estuve de misionero en África, en Burkina Faso, durante diez años, traté con montón de polígamos sin horrorizarme. Sentía en el alma el sufrimiento de algunos jóvenes cuando entraban en el catecumenado para ser cristianos, por lo que tenían que padecer cuando sus padres les imponían coger una segunda mujer y ellos, por seguir el camino de Jesús, lo rechazaban, aunque tuvieran que huir de casa.

Tuve buenos amigos entre los polígamos. Recuerdo en concreto a uno que tomó el nombre de Joseph, porque quería ser catecúmeno, y que a su vez era un hombre importante en el pueblo, cómo nos abrió su casa para hacer allá las catequesis. Llegábamos los misioneros cuando nos tocaba ir a ese poblado, allí estaba el buen hombre siempre fielmente en primera fila con sus tres mujeres para escuchar el evangelio de Jesús. Me sorprendía verle a él tan afable, tan acogedor, y a las mujeres a su vez tan cariñosas, tan contentas de ser las mujeres de tan buen hombre. Yo me decía para mis adentros.”Jo, qué tío, este tiene capacidad para hacer felices a tres mujeres a la vez, y otros se las desean para llegar a hacer feliz a una”. Sin embargo, el evangelio de Jesús nos empujaba a decirles que Dios no quiere la poligamia, porque no está de acuerdo con la dignidad de la persona humana, ni del hombre ni de la mujer.

A Vd. Señora Vicepresidenta, le horroriza la poligamia y lo comprendo muy bien. Imagínese si nosotros a este hombre tan feliz con sus mujeres y a estas mujeres tan felices con su hombre, les hubiéramos dicho que aquí en España, un país de tradición cristiana, se casan hombres con hombres y mujeres con mujeres. Se hubieran muerto de susto, también horrorizados.

Así pues, es normal que sintamos horror ante todo aquello que no esté de acuerdo con la dignidad del ser humano, sea la poligamia, sea la institución matrimonial entre homosexuales. Y aunque para los africanos sea tan normal la poligamia y para ustedes sea tan normal el matrimonio homosexual, el evangelio, la razón y el sentido común desde siglos nos están diciendo que no es normal ni lo uno ni lo otro.