Manuel de Diego Martín
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7 de septiembre de 2013
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Estos días he oído muchas veces una cuña, en el que después de anunciar las grandes figuras que torearán estos días en Albacete, termina con esta contundente afirmación: “Sin toros no hay feria”. Tal vez algunos de los grupos anti-taurinos sentirán cierto rechazo ante esta afirmación y se dirán: ¡cuánto mejor estaría la feria sin toros!
Hoy me atrevo a decir algo parecido: “Sin la Virgen de los Llanos no hay feria”. Y surgirán algunos de los grupos laicistas radicales que me dirán: ¡qué cosas tiene este hombre, qué tiene que ver la feria con símbolos religiosos! ¿No sería mejor que cada cosa estuviera en su sitio?
Anoche veíamos cómo la Virgen presidía la gozosa cabalgata de la feria ante la alegría de las multitudes. Después la Alcaldesa la entronizaba en el corazón del recinto ferial. Y allá estará unos días acompañada de las alegrías festivas y las oraciones de muchos albaceteños.
Los creyentes en Jesús de Nazaret sabemos que María es su madre, la madre de Dios, la reina del cielo, la madre de todos. Las alegrías y tristezas de los hombres son también las alegrías y tristezas de esta buena Madre. La alegría de la feria es también la alegría de la Virgen de los Llanos.
Si los grupos laicistas no quisieran ver símbolos religiosos, lo que no pueden imaginar es una sociedad sin símbolos, es imposible prescindir de ellos. Dijo alguien que una sociedad sin misterios ni símbolos sería irrespirable. Pues bien, esa pequeña Imagen instalada en la Feria es para todos un símbolo de unidad y fraternidad. Bajo su amparo nació la feria, y nuestros antepasados nos han legado este hermosísimo símbolo de ternura, misericordia y paz. ¡Qué hermosa la Virgen en su trono presidiendo la alegría de sus hijos en medio de la feria!