Manuel de Diego Martín
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8 de marzo de 2014
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En la región de Cesárea de Filipo, en Palestina, se dio hace dos mil años un diálogo entre Jesús y Pedro. Este, inspirado por Dios Padre, hizo esta confesión sobre Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y el Señor le respondió: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Este hecho hace que el Obispo de Roma, sucesor de S. Pedro, tenga la tarea de presidir en la caridad a todas las Iglesias locales del mundo. Para visibilizar y hacer realidad esta misión cada cinco años todos los Obispos del mundo hacen esta visita a Roma.
Estos días pasados, los Obispos españoles la han estado celebrando para entrevistarse con el Papa y explicarle a través de los diferentes Dicasterios cómo marcha la Iglesia entre nosotros. A la vez reciben consejos, orientaciones, aliento y fuerza para seguir adelante unidos en la mayor unidad y fidelidad a Jesucristo. Allí ha estado nuestro Obispo Ciriaco para informarle de la marcha de nuestra diócesis de Albacete.
Ha vuelto nuestro Obispo entusiasmado al ver el ambiente de cordialidad y gozosa fraternidad que se respiraba en los diferentes Dicasterios, en los que se estudia la marcha de cada diócesis, después de haber presentado informes detallados de nuestras realidades eclesiales, por ejemplo, cómo están nuestros sacerdotes, nuestros religiosos, la participación de los laicos, las celebraciones litúrgicas, caritas, la catequesis, la economía…etc. El momento cumbre de la visita fue el encuentro cara a cara de una duración de hora y media con el Santo Padre de los Obispos de la Mancha.
En el encuentro de despedida el Papa puso en manos de cada obispo un precioso mensaje en que sintetizaba muchas cosas de las que habían hablado. Se hacía cargo el Obispo de Roma del sufrimiento de los Obispos españoles ante la indiferencia de tantos bautizados que dejan a un lado su fe. Les recordaba lo difícil que es hacer frente a una cultura mundana envolvente que quiere arrinconar a Dios de la vida pública. No os olvidéis, les dijo, de vuestra grandiosa historia misionera. También les recordó que era sabedor de la tarea admirable que Cáritas española estaba llevando a cabo a favor de los más necesitados en estos momento difíciles de crisis.
Y el Papa no dudó en comentar lo mal que se trata a veces a la Iglesia desde algunos medios de comunicación social. Estás viendo, decía como un ejemplo, cómo en la Curia hay montón de cardenales que son santos, que trabajan sin descanso por la Iglesia, pero si alguno deja algo que desear se le coge enseguida como bandera para desprestigiar a la Iglesia. Es lo que ha pasado con ese informe de la ONU sobre el abuso de menores, que no tiene otro objetivo que hacer daño. También el Papa se sintió afectado con gran dolor al conocer el número de abortos que cada año se provocan en nuestra geografía española.
El Papa al final del mensaje anima a los obispos a trabajar y ponerse al frente de la renovación de nuestras comunidades cristianas sabiendo que cuentan con la ayuda maternal de la Virgen María. Y antes de bendecirlos, les pidió oraciones.