Hoy volvemos a mirar el Evangelio. El mensaje de Jesús está calando. Son muchos los que se agolpan para escucharle. Quieren oír, tocar, disfrutar de una palabra que llena el corazón. Y Jesús enseña, no se oculta. ¡Qué gran obra de misericordia! Enseñar al que no sabe. Jesús no se cansa de enseñar. Se toma su tiempo para hacerlo. Lo hace con calma. 

Pero las palabras no se quedan vacías y en el aire. Jesús actúa. Se pone a trabajar, a bregar. Y el resultado no puede ser mejor. Una pesca tan grande que le llaman milagrosa. Y todo en el nombre de Jesús.

Así es Jesús. Un cambio de óptica. Enseña a cambiar la mirada y el sentir de la vida. Faltan resultados cuando hacemos las cosas en nuestro nombre. Todo son quejas. Nuestro corazón no se sacia y está vacío. ¡Cómo cambia todo al hacer las cosas en el nombre de Jesús! Vencemos miedos, damos pasos hacia delante. Encontramos resultados y ganas de seguir construyendo.

El seguimiento de Jesús nace de una experiencia que cambia el corazón, que trasforma. Cambia la rutina y trastoca los planes. Es un momento grabado en el corazón. Nada lo podrá borrar. Su llamada es tan fuerte, que lo dejas todo y sólo piensas en Él.

Y Jesús se toma su tiempo. Sabe que las cosas no se hacen en un momento. Mientras nosotros desesperamos, Él es todo paciencia. Los grandes cambios llevan su tiempo. Pero el tiempo no es eterno. Llega un momento que hay que saltar, hay que actuar, dar un paso y lanzarse a la aventura.

Es hermoso ver que Jesús cuenta con los que quiso. No busca a los mejores y a los más preparados. En su llamada no están los que tienen el éxito asegurado. Busca a alejados y débiles. Y sabe contar con ellos y repartir responsabilidades. 

Hoy Jesús vuelve a sentarse a tu lado. A enseñarte. Quiere hablarte al corazón. No tiene prisa ni ha quedado con nadie. Quiere subir a tu barca y que seas tú quien la guie. Jesús te acompaña. Te elije. Y dejándolo todo, ¿le sigues?

José Joaquín Tárraga Torres
Delegado Diocesano de MCS