19 de julio de 2009

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Los sacerdotes de Albacete celebraron en la capilla del Seminario el pasado 29 de junio, festividad de los Santos Pedro y Pablo, la apertura del año sacerdotal en nuestra Diócesis, tras ser inaugurado días antes por el Papa Benedicto XVI, en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. El Obispo de la Diócesis, Ciriaco Benavente Mateos, nos explica la importancia y alcance de este año.

D. Ciriaco, ¿Por qué un año sacerdotal?

El motivo es la celebración del 150 aniversario de la muerte del cura de Ars, San Juan Mª Vianney, patrono universal del clero diocesano, que inspira y contextualiza la celebración de este año sacerdotal. Desde una aldea pequeña en un ambiente rural muy pobre, este sacerdote puso en conmoción a toda la Francia del siglo XIX, con el testimonio de su vida entregada y generosa, apasionada por Cristo y por sus fieles.

¿Qué le dice a los seglares en este año sacerdotal?

Que este año, como ha dicho el Papa, es también para los fieles cristianos. Por una parte, se trata de que en este momento histórico de fuerte secularización, de relativismo, los sacerdotes redescubramos con alegría nuestra identidad, nuestra misión, nos identifiquemos con ella y nos renovemos interiormente en ilusión, en alegría y disponibilidad para servir a los hermanos, y por otra parte, también para que el pueblo de Dios -en este momento en el que se han vertido con alguna razón pero siempre han sido casos minoritarios y lamentables, sospechas debido a fallos lamentable que ha habido-, valore lo que es la figura y la misión del sacerdote, por lo que hace y sobre todo por lo que es…

¿Qué es sobre todo el sacerdote?

Es sacramento de Cristo Pastor. San Pablo decía que llevamos un tesoro inmenso en vasijas de barro. A través de los sacerdotes, el Señor sigue ejerciendo su misión de Pastor, de guía de la comunidad cristiana. No somos una figura del pasado, ni en vías de extinción, tampoco una realidad opcional y de importancia relativa. El sacerdote es vital para la Iglesia y para el mundo. Es el primer evangelizador y dinamizador de la vida eclesial. Somos imprescindibles, pero no tanto por lo que hacemos, mucho y muy importante, sino por lo que somos, repito, sacramento de Jesucristo, el Buen Pastor.

¿Cuál es su mayor deseo para los curas con motivo de este año?

Pues identificarnos con lo que somos, vivirlo como decía Juan Pablo II como un don y como un misterio también, y que al vivirlo con alegría, como don, como un regalo del Señor para los fieles y para el pueblo de Dios, fuéramos también motivo de que otros estuviesen dispuestos a seguir este camino.

Entonces promover las vocaciones es otro de los objetivos de este año sacerdotal.

Tiene que ser también un año de fuerte incidencia en la pastoral vocacional. El primer promotor vocacional es el mismo sacerdote. Si se ha dicho con razón que su mejor homilía es su propia vida, también su propia vida –fiel, generosa, entregada, alegre y esperanzada- es la mejor semilla vocacional.

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