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2 de abril de 2023

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Monseñor Jesús Fernández González es Obispo de Astorga, presidente de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativo Social y obispo acompañante de Cáritas Española. Hace unas semanas, invitado por Cáritas Diocesana, visitaba Albacete para impartir la ponencia “La caridad, vertebradora de la sinodalidad”.

Es importante que vayamos uniendo estas dos palabras: Iglesia y Sinodalidad         
Efectivamente, sinodalidad, que define la identidad de la Iglesia que camina junta, y yo añadiría también siempre, sin dejarnos vencer por la pereza, la frustración o el miedo, y guiados por la luz del espíritu. Debemos hacer este camino desde el alma que le da consistencia a todo lo que hacemos, que debe ser la caridad, expresión del Amor de Dios.

Caminar juntos, y en el caso de Cáritas, junto con los pobres   
Si, ellos son los preferidos de Dios. Hay muchas pobrezas y hay que dar una respuesta adecuada a cada una de ellas. Tradicionalmente hablábamos de pobreza económica, pero los sucesivos papas han ido añadiendo también otras, como las adicciones, la trata, la exclusión social o la ausencia de Dios.

El equipo de Cáritas está llamado, no solo a dar el pez, sino también a ofrecer la integración dentro de la Iglesia          
Una persona no recupera su dignidad cuando se le da todo hecho, sino cuando ella es protagonista de su propio crecimiento. Cáritas intenta eso: promover la dignidad de la persona haciéndola sentir responsable de su propia vida.

En este sentido, Cáritas debe ser el motor de la caridad en toda la parroquia            
A veces la comunidad da unas monedas un día al mes y piensa que ya ha cumplido con su deber, y no es así. La caridad que redime a la persona que la realiza se hace de tú a tú, teniendo en cuenta el rostro del pobre, acercándose, tratándole como persona, con dignidad, y esto debe de hacerse en el marco de un compromiso de toda la comunidad, que tiene que vehicular y planificar las formas de atender esas necesidades. Hacer esto de manera individual supondría perder el testimonio del amor de Dios, que es el amor de un Dios trinitario, en el que padre, hijo y espíritu trabajan a favor del ser humano.

Hay que caminar juntos y ponerlo en práctica a la hora de responder a quien nos necesita
La respuesta la hemos de dar juntos. Y esta atención a los demás tiene diversas caras que van desde la atención primaria, la escucha, hasta un acompañamiento al lado de la persona, apostando además por su integración laboral y por el trabajo decente a través de la formación, o creando oportunidades en el sector de la hostelería o del cuidado de personas. En mi visita a Cáritas tuve la oportunidad de conocer parte de ese trabajo que realizan, y que llega a tantos sitios, y que es importante que la sociedad conozca.

La actividad caritativa es dinámica, y además debe dar respuesta a nuevas pobrezas y a las situaciones que van apareciendo.            
Por supuesto. Hay que estar muy pegados a la realidad porque además hay pobrezas que no se perciben a primera vista, como la soledad o las heridas que aparecen ante el fallecimiento de un ser querido, que muchas veces no son escuchadas. Solo el que está cerca, el que le da al otro la oportunidad de expresarse, lo va a poder descubrir. Y de ahí la importancia de ese acompañamiento personalizado para poder, como dice el papa Francisco, descubrir las llagas de Jesucristo en el pobre.

Todo esto bajo una espiritualidad muy concreta y aterrizada   
Cualquier espiritualidad no sirve. Esto tiene que hacerse desde una espiritualidad de la encarnación, humilde, de ojos abiertos y de oídos atentos al lamento de quien sufre. Desde una espiritualidad pegada a la realidad y capaz de descubrir esa pobreza, que además es trinitaria y tiene una fundamentación en el encuentro con el Dios Trinidad, que nos hace recuperar la fraternidad. Esta espiritualidad debe de ser también eucarística, mirando al rostro del pobre y al rostro de Cristo, que hace que unamos oración y contemplación y no separemos compromiso y oración.

¿Qué mensaje daría a los equipos de Cáritas y a los fieles?       
Yo les diría que ampliaran la tienda: que en nuestra Iglesia entren cada vez más personas que buscan en ella un hospital de campaña para curar sus heridas. También la herida profunda de sentirse abandonados, incluso de Dios, porque no le conocen o no han descubierto su rostro misericordioso porque no se lo hemos acercado.