6 de marzo de 2022

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Jesús Rosillo Peñalver es consultor técnico y asesor permanente de la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española. Ha impartido el retiro de la Semana del Matrimonio en Albacete. Hablamos con él.

¿Qué aspectos debemos cuidar en el matrimonio para vivirlo como don y sacramento? 

En este tiempo que vivimos, donde se existen tantas situaciones de fragilidad en nuestra sociedad, es necesario fomentar una actitud de fe profunda. A la vez, todo regalo, cada don, requiere una respuesta por nuestra parte, aunque sea pequeña. Creo que el mejor modo de cuidar el precioso regalo del matrimonio es asegurar que Dios esté en medio de la relación de amor, en cada vida. Sin olvidar que la realidad matrimonial es muy compleja, destacaría que los matrimonios cristianos deben procurar crecer en pareja en el trato con Jesucristo como centro de su propia historia de amor.

¿Cómo vivir el compromiso matrimonial en estos tiempos? 

Por un lado, es importante priorizar la vida de la gracia. Frecuentar los sacramentos, sobre todo la Eucaristía y la confesión, para que puedan vivir unidos al que es El Amor. Por otro lado, tal como intentamos evitar el contagio de la pandemia, se ha evitar asimilar ciertos parámetros de nuestra sociedad que pueden vaciar de sentido la unión matrimonial.

Me atrevo a repetir las tres indicaciones que el Papa Francisco dirige constantemente a los matrimonios y novios, que creo son claves: Dar gracias, pedir permiso, pedir perdón. Cuando el cónyuge se convierte en don, no cabe más que ser agradecido ante cada detalle, aunque pueda pasar desapercibido, ante el regalo de compartir la propia vida. Cuando se descubre un proyecto compartido no se puede entender un camino donde no se comparten los sueños y proyectos viviéndolos en común. Y cuando hay verdadero amor no se tiene reparo en perdonarse antes de que se puedan extender las heridas. Si vivimos pegados constantemente a los ejemplos de los personajes de los seriales y los testimonios de los típicos “programas basura”, donde se desvirtúa la realidad familiar y no se invita a la fidelidad, vamos asimilando este talante por imitación. Pero, sin embargo, unidos a Cristo que se entregó hasta el extremo por nosotros, podemos avanzar, por su gracia, en el amor.

También es importante no “tirar nunca la toalla” ante las dificultades que pueden surgir e invadir nuestros sueños y esperanzas. Ante estas situaciones críticas hay que procurar crecer en la capacidad de diálogo y comprensión teniendo como referencia el Himno de la Caridad de S. Pablo (Cor. 13). Nunca tener miedo a descubrirse limitados y con la necesidad de contar con las personas que pueden dar un apoyo real ante nuestras propias dificultades.

Antes del matrimonio tenemos el noviazgo. ¿Alguna pista para vivirlo de forma plena y que desemboque en el matrimonio?

El noviazgo es un camino precioso que nos dispone y capacita para compartir la vida para siempre. Por ello, pienso que es necesario vivirlo en profundidad. Así, sin prisa, es importante crecer en la transparencia, en la autenticidad, dejándonos acompañar por nuestros mayores, fijándonos en su testimonio de entrega y amor. Conozco algunos esposos jóvenes que dedicaron mucho tiempo, en su noviazgo, a cultivar juntos su vida interior haciendo retiros, con espacios de oración y momentos de entrega a los demás en distintos voluntariados. Todo este camino previo, que muchas veces puede valorarse de poca importancia, es un “seguro de vida” para su futuros matrimonial y familiar.

¿Qué peligros pueden aparecer en el matrimonio?

En nuestra sociedad actual pueden surgir muchos peligros, pero no creo que sea cuestión de “dar recetas” generales. Sin embargo, pienso que sería bueno diferenciar y situar en su lugar “lo importante” y “lo urgente”. Cuantas veces se hacen apuestas por asegurar con grandes esfuerzos muchos bienes perecederos por medio de muchísimas horas de trabajo. Sin embargo, que poco se disfruta de aquellos bienes que tenemos con nuestra propia familia. Que alegría es descubrir que hay muchos que hacen una apuesta decidida por no tener tanto y sí dedicarse y compartir tiempo con los más queremos.  Por último, creo que es de suma importancia volver de vez en cuando al amor primero. Hay que hacer memoria agradecida muy continuamente de cómo empezó todo… eso nos alienta a reavivar el don de Dios en nosotros. Podríamos resumirlo en la siguiente invitación para valientes: no dejar de ser novios.