8 de diciembre de 2020

|

12

Visitas: 12

Ante la pandemia del coronavirus, se aplazaba la celebración del Día del Seminario, con lema “Pastores Misioneros” al 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción.

El papa Francisco nos recordaba en su Carta a los sacerdotes con motivo del 160 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars que «son innumerables los sacerdotes que hacen de su vida una obra de misericordia en regiones o situaciones tantas veces inhóspitas, alejadas o abandonadas incluso a riesgo de la propia vida. Reconozco y agradezco vuestro valiente y constante ejemplo que, en momentos de turbulencia, vergüenza y dolor, nos manifiesta que siguen jugándose con alegría por el Evangelio»

Nuestros seminaristas no han sido ajenos a la pandemia. Nos acercamos a ellos y les preguntamos cómo han vivido este tiempo. Ellos, tan cercanos como siempre, nos muestran sus impresiones.

José Juan Vizcaíno, seminarista de Montealegre del Castillo en etapa pastoral en La Roda.

“Sentí que Dios me pedía quedarme en la parroquia. Hubo momentos de soledad, de incertidumbre, de preocupación… pero también de entrega, de afianzamiento en la vocación, en el servicio al Pueblo de Dios. He podido acompañar en la distancia, pensar cómo poder llegar a los fieles y ayudarles a rezar, a poner a Dios en sus vidas, a afrontar cristianamente esta situación. He sentido el cariño y la cercanía de Dios y de mucha gente buena.  Asomado al corazón de Dios he podido asomarme al corazón de los fieles en la cercana distancia de una pantalla. Todo es para bien.”

Saúl Muñoz González, de Riópar.

“En este tiempo de pandemia que nos ha tocado vivir la vocación como la esperanza pueden tambalearse o incluso decaer, debido al sufrimiento que ves a tu alrededor o que experimentas personalmente. Pero, en mi caso, la vocación se ha afianzado más si cabe, ya que he tenido la certeza de que Dios nunca nos deja solos y también gracias al ejemplo de tantos sacerdotes, que en este tiempo han estado al pie del cañón llevando palabras de esperanzas a tantas personas, acompañando a los fallecidos, familiares y enfermos. En definitiva, sirviendo a Dios y a los hombres”.

Alejandro Marquina Espinosa, de Villarrobledo

“Este tiempo de pandemia, sin duda, me ha fortalecido en la vocación que el Señor me ha regalado. Hemos visto y, algunos han vivido de primera mano, la crudeza del sufrimiento y de la muerte. Es, en estos momentos, cuando la gente más necesita personas dispuestas a estar a su lado, a entregarse y llevar la presencia del Señor allí donde más oscuridad hay. Sí, quiero ser sacerdote para servir”.

Erick Arnoldo López del Cid, de Guatemala

“La vocación en este tiempo de pandemia la vivo a plenitud; con la esperanza puesta en Dios. Este tiempo de prueba, me permite fortalecer más la oración, y en el diario vivir ir dando pasos con pie firme. Es cierto que, como ser humano, hubo un momento de incertidumbre ante el sufrimiento que tantos hermanos nuestros padecía a causa de la pandemia. Esto me hace estar más cerca de la gente, aunque no físicamente, espiritualmente sí, pues es tarea nuestra, como cristianos, el rezar unos por otros. Y ahora más, por nuestros hermanos necesitados.  De modo que vivo este tiempo de pandemia como un tiempo de Gracia que Dios me regala”.